jueves, 26 de mayo de 2016

La súplica y la muerte


¡Qué el cuándo muera

sea algo en que pensar!;

adornado de ilusiones

que en alguna vida otra

me hagan a la razón susurrar.



Porque veo esto y me pregunto:

¿por qué ha de finalizar?,

si allá parecen reír las larvas,

después que dos encuentros

se amaron sin cesar.



Pero qué es la vida, si no es corta,

y qué la muerte si no estorba.



¿Acaso no es lo uno lo anterior a lo siguiente?

¿acaso no es la vida quien nos guía a la muerte?

Si es que acaso está… pero

que este solo en mi mente.




Me inspiraron dos libélulas,

que a la orilla del estanque se donaron sus amores;

y que volvieron un día a las aguas

para ver su ilusión hecha realidad;

para poder decir: “carezco de alma

de un sinfín de dolores”.


©

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