viernes, 20 de mayo de 2016

El himno al óbito


He estado despierto por una vez más.
Sin mucha angustia, con algo de inquietud.
El cielo está claro, parece de día,
 y tus pies mugres carentes de piel…

Se bailan, se deslizan,
se toman dos humos y se martirizan.

Acaece la muerte, renace el suicida;
se inquieren, se bendicen
y se enlazan en amor.

Voy despertando por enésima ocasión.
El cielo esta prieto, esta vez es noche;
de mis cuencas solemnes emergen gusanos
y yo emerjo buscando sus manos sin piel.

Varios dedos van muriendo
y van naciendo los pesares.
Familias mojadas de ojos brillando.

Acaece la muerte, se levanta otro suicida;
ahora se odian y se enlazan en terror.

¡No!, no podés abrasarme,
porque vengo de muchos de esos abrasos.
¡No!, no podes funerarme;
ya que eso, creo, lo he fundado.

¡Ya sabrás!, me has arrebatado todo;
ahora no tengo regreso,
me siento más solo, y ya nada es símil.

Ahora, ya estoy como he soñado.
Ahora, ya no puedo sentarme;
ni siquiera siento mis pies;
pero aun así me canso,
ya que mucho ando vagando.

Renace un suicida, desciende la muerte,
llevando consigo melodías avernales.
Se persiguen, se atrapan
y nada consiguen;

ahora son símiles y ya nada ignoran.


No hay comentarios:

Publicar un comentario