sábado, 28 de mayo de 2016

Y yo camino…


Yo, cuando camino… ahondo en mi pecho
y siento flamante este sangrante puño;
que se exalta en mis emociones y no me abandona,
aun muriendo en cada vez, en cada sueño.

Muerto al despertar...

Cuando camino…
siento que hay algo en este ataúd,
que lo vuelve podrido,
y me viabiliza a escapar,
¡es que cuando marcho se me evocan bellas cosas!

Me imagino tanto, que quizá nunca vea.

Los caminos son larguísimos;
los más simples son laberintos que nunca salen;
los más hermosos son los que abaten al promontorio
y rompen tejados de ansiedad.

En fin,
cuando yo marcho
me olvido de mi nombre Azar
y me vuelvo el motivo de Alguien más;

Para talvez suspirar el haber llorado tanto,
a lo antes, al pasado.

Y vuelvo a caminar,
porque allí me siento vivo;
y cuando pare de hacerlo es porque…
¿habré reencarnado?



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Ya ha cambiado el color del momento


Un fluir de letras cae

y nace de nuevo al dormir,

de aquello que arriba yace

en el inspirar que nace en su resurgir



Que si fuera poco obscurecer,

aun en bullicios de brío;

y aun así despedir del gesto

mucha idea entre el encinar frío



                Porque ya es hora de cerrar                 

los parpados y las experiencias,

para poder andar sobre otro rumbo



Ya que el fugaz allá va sin esperar,

a que ensimismemos las condolencias

en el sueño, donde está el recuerdo y está el umbo.

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viernes, 27 de mayo de 2016

Yo te escuché, talapo


¿Por qué ya no cesás, talapo pensador,

de elevar tu voz al ruego?

anhelás el devenir con aún más verdor,

asimilás ingenuidad, que es natural en tu furor.



Pues ya no sirve de nada

ascender preces y mirar sin fondo;



¿Para qué?  Todo siempre se prescinde;

quizá no pararás de derramar “imploras”.



Siempre esta consuelo

en yacerse con esperanza.


Que a nadie le desampara la ilusión,

pero a todos siempre engaña



Pero seguí cantando,

mi preciado momoto.

que el tiempo se agota

y el deseo huye de sí mismo.



Tus cantos han satisfecho

mi sosiego alterado, ¡gracias!

Y tu imagen queda

atrapada en lo más profundo de mis locas cosas.


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jueves, 26 de mayo de 2016

La súplica y la muerte


¡Qué el cuándo muera

sea algo en que pensar!;

adornado de ilusiones

que en alguna vida otra

me hagan a la razón susurrar.



Porque veo esto y me pregunto:

¿por qué ha de finalizar?,

si allá parecen reír las larvas,

después que dos encuentros

se amaron sin cesar.



Pero qué es la vida, si no es corta,

y qué la muerte si no estorba.



¿Acaso no es lo uno lo anterior a lo siguiente?

¿acaso no es la vida quien nos guía a la muerte?

Si es que acaso está… pero

que este solo en mi mente.




Me inspiraron dos libélulas,

que a la orilla del estanque se donaron sus amores;

y que volvieron un día a las aguas

para ver su ilusión hecha realidad;

para poder decir: “carezco de alma

de un sinfín de dolores”.


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Esta semana tan gris


Estos días me caen desabridos en el vientre:
son grises, largos y algo informales,
con el pelo enmarañado en cada esquina de los ojos.

Estos días me parecen holgazanes:
no se mueven, no se quitan,
no permiten a mi corazón emocionarse al sentirte.

Estos días son…
los pedazos de una semana bien muerta,
la bruma de mis sentidos,
el desencanto de no verte ni oírte.

Esta semana esta tan muerta…
que las tardes se palidecen
hasta volverse grises.


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Erase un garrobo, después ya no


¿Por qué te me fuiste de ahí?,
si yo te estaba esperando
reptante amigo.

Que asoleábaste todo el tiempo;
que al sol le muere su trono
si ya no te observa ni siente.

Pero ni aquí ni allá hay desahogo.
¿Por qué, domadora de estancias?,
¿por qué hacés eso, vida?

¿De qué te sirve?, si ellos allí andan;
andando y soñando con y sin aire,
con y sin viento; que a veces hiere
y otras consuela.

Pero aquí me voy yo,
soñando con no irme,
deseando querer nada hacer,
vertiendo miradas sin rumbo,
asimilando rarezas y espantos.

Todo para algún día decir:
me sentí novísimo.
Oir sin los tímpanos dañarme,
ver al sol a la cara
sin mi aumento engrandecer.

Y poder al fin sentir, soñar y desear;
lo que aquí y en allí jamás podré navegar;
por lo que mi rumbo jamás se ha de encontrar.

¿Para qué, mi querido vidente y sabio?

¿Mi rumbo estará en el ciclón de ayer?


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La idea


Y entonces flota el manantial,

y me hago ideas de su idea,

de sus notas, de su voz y de su calma.



Y entonces fluye el manantial

convirtiéndose en río;

se deshace de sí mismo y camina;

atropella rocas e ilusiones;

sustenta llanos y sensaciones.



Se aletarga, transita el valle del Mictlán,

y si al fin, llega vivo, se columpia

en las ganas y se convierte en palabra.

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La feliz mortandad

Ya se avecina.
Faltan unas horas;
a que salga la parca,
que la gente implora.

Ya que es muerte,
pero no de gente;
sino tormento
del más decente.

Y es que con paño en la cabeza y rezo de suerte,
pretenden celebrar nacimiento,
regalando a otros la muerte.

Ya se acerca la noche,
pero la más mala:
la que encierra alegrías tras la cuchilla.

 ¡Qué culpa seres tienen
de recibir tal infortunio!,
en tiempo hipócrita de manía,

de sangre al mediodía y corazón con estría.


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miércoles, 25 de mayo de 2016

En este mi mundo


¡En mi mundo!
he visto graciosas luces,
he sentido tu fragancia
de labios rosas y matices.

Matices que me colorean
y me efervescen los sentidos;
ausentándolos para que no se vean,
y que este mío corazón no fallezca a latidos.

Latidos de tu culpa, de “lisura”,
de cerdas domadas,
de mi mundo que se desliza
por arroyos de incordura,
sin calaca limusina, sin vía, sin rumbo.

Sin rumbo que tocar;
mas solo añorar como a una imagen,
que se baña en arroyos de mendigar
al mundo soberbio, cantor de paisajes.


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Eloco

A rienda indómita siempre anda:
el del anhelo trastornado; del rumbo emocionante.
El que se place de lo que no existe;
el que simplemente anda, porque en su mente persiste,
un mundo único y fascinante.

¿Qué ve él, que no vean los demás?
Él ve la esperanza que tapa el humo.
¿Qué no siente, que no expresa,
a que virtud se compromete?
Él lo siente todo y lo expresa,
pero nadie lo comprende.

¿Por qué surgió diferente
el hombre de los pelos torcidos y del andar vacilante?

En su panorama existe fantasía.
Tras su melena, sus harapos y su tufo,
se envuelve un pretérito, quizá diferente;
un atrás prensado en su memoria
que le hace llover sus mejillas.

Surgió esta forma
de muchas otras entrelazadas.
Es una alegoría marchante,
designio de Alguien inconforme de sus primerizos.

Es hijo del tormento y del llano.
Un resplandor, apagado a ojos de ajenos.
Un dichoso en la desgracia.

Parece intermitente y drogado.
Feliz de sí mismo;
a quien le debe es al destino,
 por haberlo vuelto un bohemio.

Nadie lo entiende, y a él no le importa;
se ve seguido inmerso en la utopía.
Descalzo, porque sus pies instan tierra.
No tiene nada, pero es libre.
Vive no sabiendo cuando morirá.

Se siente él mismo, mejor que otros,
menos malo de seguro.
A veces es misántropo,
y, en el aire, van piedras rodando;
de vez en cuando, teñida cae alguna.
Se levanta de su aposento
y la multitud muere atropellada.
¡Pero si solo quiere amistar!
Él es un filósofo callejero,
un cínico.
Quiere pensar, saber, por eso es así:
un despreocupado.

Es un hijo del mundo y del nahual.
Un paseante del arcén.
Rondante siempre en vaivén,
él es el hijo de la locura.

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Ellas, soledosas madres


Ellas, soledosas madres

Arrullo, cuna;  senos que nos muestran la vida;
constancia y consejo
de los cuales nos ceñimos y elongamos por algún camino.

Porque hay varias cosas que nos vuelven fuertes:
el grito a la ceguera de las noches,
el desamparo de los supuestos estámbricos pilares
y la crianza que nos empeñan nuestras soledosas madres.

Ellas, soledosas madres…

Arrullo y cuna, sustento y esperanza de los humanos resilientes.
mientras los vemos desaparecer a ellos en lejanas latitudes;
ellas están resguardándonos de la ceguera de la noche
y de cualquier dolencia que haga mella

en nuestro frágil espíritu de cría.


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El trágico


Lanzame algo desde tu desorbitada mirada,

y yo lloraré miedos en el ardor de mis pestañas.



Soy el “repugne” de toda época.

Estoy complacido de conocerte.

Sé que algún día me seguirás,

y que juntos esnifaremos

canciones de tristeza.



Vaciame mis adentros; te quiero conocer.

Deseo tomarte del pecho y llevarte a flotar, 

sobre la esponjosa bravuconería del mar…; 

allá, allá, 

donde los ojos no ven más.



Imprecame tus caricias, que me degollen la insidia.

Soy como una constelación que se va derrumbando, 

como una lejanía sosegada,

que según se acerca así se intranquiliza.


  
Lanzame un disparo;

disparame un latido, un odio.

No importa que tan grande, 

pero que sea único.

No importa si ha costado,

pero que sí, te haya nacido.



Ya que yo, no suelo nacer muchas veces, 

y cuando estoy atormentado

me equivoco de riel, y si de repente

no hago eso… ya no sé 

qué más hacer.



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sábado, 21 de mayo de 2016

El corazón conmocionado


¿Qué hace un corazón conmocionado?
Sangrar y tiritar, golpear y sufrir.
Sentir que abandona el lecho,
cuando tu imagen difusa

 desaparece en la tenebrosa lejanía.


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Incienso de cristal


Incienso de cristal,

como el humor de tus mejías;

cuando en viaje están tus ojos

en el rondar de mis pupilas.


Esta sensación tan amada

de pintarte, con la sangre

de mis impulsos y afanes,

en lo recóndito de mi mente.


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viernes, 20 de mayo de 2016

El himno al óbito


He estado despierto por una vez más.
Sin mucha angustia, con algo de inquietud.
El cielo está claro, parece de día,
 y tus pies mugres carentes de piel…

Se bailan, se deslizan,
se toman dos humos y se martirizan.

Acaece la muerte, renace el suicida;
se inquieren, se bendicen
y se enlazan en amor.

Voy despertando por enésima ocasión.
El cielo esta prieto, esta vez es noche;
de mis cuencas solemnes emergen gusanos
y yo emerjo buscando sus manos sin piel.

Varios dedos van muriendo
y van naciendo los pesares.
Familias mojadas de ojos brillando.

Acaece la muerte, se levanta otro suicida;
ahora se odian y se enlazan en terror.

¡No!, no podés abrasarme,
porque vengo de muchos de esos abrasos.
¡No!, no podes funerarme;
ya que eso, creo, lo he fundado.

¡Ya sabrás!, me has arrebatado todo;
ahora no tengo regreso,
me siento más solo, y ya nada es símil.

Ahora, ya estoy como he soñado.
Ahora, ya no puedo sentarme;
ni siquiera siento mis pies;
pero aun así me canso,
ya que mucho ando vagando.

Renace un suicida, desciende la muerte,
llevando consigo melodías avernales.
Se persiguen, se atrapan
y nada consiguen;

ahora son símiles y ya nada ignoran.


domingo, 15 de mayo de 2016

De la vida, algunos bellos momentos



De los momentos bellos de la vida…



Están aquellos que surgen

cuando dos personas se miran,

y sin intención se coquetean,

y sin intención se enrojecen,

y sin querer se pierden mutuamente

en sus mundos compartidos.