martes, 18 de octubre de 2016

Los incomprendidos muertos


Ay, amor,
ahora me siento llorar;
y no es por caravanas
ni asuetos prolongados,
ni por algún beso de amanita,
de esos que se cuelan donde hieren.

Hay, amor, cosas que no comprendo
y me hacen sentir llorar.
La vida por veces
me arruga el latido,
y también las ganas
de seguirla oliendo.

Amor, no te largués así nomás;
hay muchos que se marchan
y nos dejan escuchando música de muertos,
viendo fotos de muertos,
teniendo añoranzas y recuerdos de muertos.

Ay mis muertos, se la pasaron sufriendo,
se cayeron y fracturaron en tantos agujeros.

Hay, mis muertos, muchas penas
que me persuaden a llorar.

Ahora estamos que nos disolvemos
entre malformaciones horrendas.

Por ratos nos quemamos
con sangres similares,
similares las de nosotros todos.

De esas sangres que disparan
hacia el rostro de la fragancia.


Hoy, digamos, me siento cansado
y un poco inerme al roció de sangre
 que silba el odio y la indiferencia;
que se va caminando en avenidas
de algunos falsos formidables,
y que va socavando los caminos
de tantos hímenes pétalos endebles. 

©

No hay comentarios:

Publicar un comentario