¿Adónde
se fueron aquellas tertulias?,
aquellas de cuatro de la tarde,
cuando el sol ya se aburría
y la brisa nos batía el aliento.
aquellas de cuatro de la tarde,
cuando el sol ya se aburría
y la brisa nos batía el aliento.
¿Adónde
se fugaron aquellas gráciles figuras
que
nos asaltaban de repente?
Y
de repente vamos desapareciendo;
ya
ni nos importa ciertas cosas recordar:
aquellos
sucesos que nos sellaron el espíritu
con
trozos de vidrio e hilo.
Nos
vamos estirando,
y
se nos nacen estrías,
estrías
de espíritu y llanto.
Y
luego nos adaptamos;
ya se nos han escapado los sueños;
es
hora de bien vestir y sentarse,
de
ganarse la muerte.
Ya
estamos maduros,
y
nuestros anhelos han caminado sobre ciénagas.
Ahora
no podemos fantasear más,
porque
estamos estirados,
y
ya listos para ganarnos la muerte.
©
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