sábado, 10 de diciembre de 2016

Pintura de mi compungida memoria



Aún te dibujás
en mi equinoccio sentimental.
Aún te pintás
en mi más íntima aurora,
de latidos salpicantes
y diáfanos amores.

Ayer te olí a lo lejos
y recordé los momentos
en que tu piel y mi piel,
bajo la tarde,
ardían en su frialdad;
pero te noté distante hasta verte desaparecer.

Mañana… ya ni sé si mañana estarás;
si te habrás ido para siempre;
si mi vida te será ausente
y tus pasos deambulantes
al unísono de mi mirada olvidada,
de mis labios inrrecordados, de mi amor rechazado…

Ahora… acaricié tu beldad en retazos de sueños;
en esta madrugada volví a tocar tu rostro,
y a besar tus labios y a oler tus mejías,
que se sonrojaban a la cadencia de nuestra cercanía.
Pero desperté y culpe a mi alma
por tal osadía,
osadía de regresarme a sucesos tan añorables.

Tu candor es como la lágrima
de mi desaforada pasión…

Sos mi anhelo
e inconmensurable vibrar de pecho.

Nada es duradero,
todo se entumece en el ardid de la vida;
pero tu recuerdo parece eterno;
y mientras siga en pie…
serás la pintura que compunja mi memoria
en el camino de la estrella,
en el camino del averno.

© 


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