Mis
ojos no están alentados; parecen lánguidos.
Quiero
destriparme, herirme el espíritu
y
brotar sangre umbría, necrosada.
Quiero
destriparme…. el cadáver es de regular madera,
pero
no suenan bien las cuerdas.
Me
gustaría desvaciarme, talvez el estribo quede firme;
y
caiga sobre él, sangre un poco bella.
Es
que soy como el meridiano de Greenwich en su recorrido;
soy
un romántico de sepulcro.
Yo
efervezco cuando te escucho
rumbar
en mis lábiles convicciones.
Solo
quiero sonreírte con mis ácidas cejas
y besarte,
como
quien con labios acaricia una suave degollina.
Degollina
si no me ves,
muerte
de cien almas mías,
caída
de polos;
yo
solo quiero pensar un ratillo
en el esmalte de tu boca.
Deseo
destriparme… he comprado candados,
pero
ya se están oxidando.
Me
gustaría herirme muy profundo,
talvez
me encuentro figurado en algún hermoso pasado.
¡Qué
seol! ¡Qué lúgubres están mis ojos!
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