lunes, 23 de enero de 2017

El óbito amanecerá por la ventana



Mis ojos no están alentados; parecen lánguidos.
Quiero destriparme, herirme el espíritu
y brotar sangre umbría, necrosada.

Quiero destriparme…. el cadáver es de regular madera,
pero no suenan bien las cuerdas.

Me gustaría desvaciarme, talvez el estribo quede firme;
y caiga sobre él, sangre un poco bella.

Es que soy como el meridiano de Greenwich en su recorrido; 
soy un romántico de sepulcro.

Yo efervezco cuando te escucho
rumbar en mis lábiles convicciones.
Solo quiero sonreírte con mis ácidas cejas
 y besarte,
como quien con labios acaricia una suave degollina.

Degollina si no me ves,
muerte de cien almas mías,
caída de polos;
yo solo quiero pensar un ratillo
 en el esmalte de tu boca.

Deseo destriparme… he comprado candados,
pero ya se están oxidando.

Me gustaría herirme muy profundo,
talvez me encuentro figurado en algún hermoso pasado.

¡Qué seol! ¡Qué lúgubres están mis ojos!

Y el óbito amanece por la ventana.

© 

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