Ay, Miedo…
me duele todo lo
incorpóreo;
estoy lustroso de
pesares;
ahogado de llantos
internos.
Vieras, Miedo, cómo
me siento…
y las nubosidades…
y las lágrimas
espesas
de invalideces y
decepciones.
Los torrentes amargos
que nos agrietan los
pies,
también me agrietan
el grito,
desde la raíz, desde
los cimientos.
(Fue un día…).
(Ahora es otro, pero
sin retorno).
Porque…
la bocana se llevó mi
esencia,
mi estirpe, mi
abuelo…