El
inicio está naciendo,
ante
la mirada aliciente de una cara redondeada
que
del este aquel se asoma flamante.
Y
ante ese gesto caluroso
ya
marchan con traje monjeado
unos
cuantos plumosos,
que
al umbral de la miseria no aguardan todavía.
¡Y
bailan, danzan; son artistas las armoniosas palomas!
¡Y
lo advierten las tímidas hembras!, mas no dicen nada.
¡Y
siguen, y marchan!,
hablando
las palomas en lenguas de monotonía,
en
lugares barrosos.
¿Qué
dirán, picos cortos, con tan larga decisión?
Entonces
dicen “Ucurucucú” con talante animoso.
Y,
y, y; otra vez me he quedado enredado
por
culpa de su vuelo,
que
por unos instantillos
me
ocultó del gesto de la cara redondeada.
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